Educando en la competencia o en el reconocimiento del otro
Hace un tiempo que vi el documental “La educación prohibida”, el cual trata sobre el papel de la institución educativa en un sistema consumista. En una de las escenas, un experto comentaba lo siguiente: “Todos hablan de paz, pero nadie educa para la paz… En el mundo educan para la competencia, y la competencia es el comienzo de cualquier guerra” y es que la competencia como bien lo dice Humberto Maturana es “constitutivamente la negación del otro, porque involucra un fenómeno en el que el éxito de uno se funda en el fracaso del otro” (Maturana, 2002, p. 76). Es decir, para que alguien gane, tiene que haber un perdedor, para que alguien sea el primero, tiene que haber uno que sea el segundo…
Me podrá expresar alguno: bueno, pero en este mundo se necesita la competencia para que se mejoren muchas cosas, para que la gente no se conforme con lo que tiene o con lo que es… o bien, en este mundo se requiere ser competitivo, porque si no, se lo devora la sociedad. Puedo entender esas argumentaciones, pero prefiero hablar de una competencia consigo mismo, en la que cada uno trata de ser lo mejor que puede ser, libremente, sin la presión de los demás… tal como lo explicaba Nick Vujicic en una entrevista “ahora me doy cuenta de que no tengo que ser como cualquier otra persona. La verdad es que mi valor no se determina sobre cómo me veo, o lo inteligente que soy, o la cantidad de amigos que tengo. Tengo que ser el mejor que puedo ser”… de lo contrario estaremos educando para una sociedad líquida.
¿Y por qué para una sociedad líquida?, porque de acuerdo con los estándares propuestos por esta, la persona termina convirtiéndose en un objeto útil al sistema, en el que se debe asegurar su utilidad por cualquier medio, con la consecuencia de evaluar al otro en cuanto al beneficio recibido por él… este panorama conduce a una sociedad totalmente indiferente a las necesidades del otro.
Tal como se presenta en la imagen, las personas en una sociedad líquida no tienen necesidad de mirar al que tienen al lado -cada uno está inmerso en su mundo, muchas veces irreal-, pues solo se fijarán en los otros para referenciarse, para saber cómo están ellos con respecto a los demás y de esta manera obtener un valor líquido.
¿La forma como estamos educando a nuestros niños promueve una sociedad líquida?, es algo digno de reflexión…, por eso afirma un sociólogo español, que en la sociedad actual (y podríamos decir sociedad líquida) “se educa para triunfar y triunfo es sinónimo de beneficio más que de servicio” (Pérez Adán, 2005, p.59)… ¿ qué opinas? ¿Estás de acuerdo con esa afirmación? ¿Si se educa para triunfar, estaremos educando para una sociedad líquida? ¿Cómo se puede educar en el servicio?
Por: Andrés Cano
Esposo y padre de 2 niñas. Coach personal y de pareja, con más de 25 años de trabajo con familias.
Autor de los libros:
– SER PADRE, ¿CUESTIÓN DE PODER?
– ¿CÓMO SER UN BUEN AMANTE?… EN TIEMPOS LÍQUIDOS
– LIBÉRATE DEL ROL DE VÍCTIMA… PARA SER UN BUEN AMANTE.